En las últimas dos décadas,
las universidades e instituciones educativas de nivel básico y medio han
llevado a cabo importantes reflexiones en torno al impacto de las Tecnologías
de Información y Comunicación (TIC) en el ámbito educativo, generando una gran inquietud por las transformaciones que
los avances tecnológicos exigirán, de forma constante y profunda, a todos los
sistemas educativos.
En este sentido, Brüner
(2003) afirma que las TIC “están sirviendo de base para el surgimiento de un
entorno completamente nuevo y diferente dentro del cual tendrán que
desenvolverse los procesos de enseñanza y aprendizaje”. Así mismo, Levis (2008) plantea que,
necesariamente, “la escuela debe cambiar porque la sociedad en la que se
desenvuelve no es la misma en la que fue creada”. Esta sociedad de la información, transforma
de forma continua y sustancial los actos comunicativos, educativos, económicos,
y todos aquellos que ocurren en el ámbito social.
Esto es evidencia del tipo
de transformaciones que las TIC han traído a la sociedad y a la escuela,
generando a su vez la necesidad replantear la incorporación de las tecnologías
en los sistemas educativos, obligándose a asumir los retos que ello implica
desde el punto de vista técnico, pedagógico, formativo y de rezonificación de
los roles que asumen los diferentes actores cuando el proceso de aprendizaje se
da en ambientes mediados por TIC.
Por esta razón, la
incorporación de las tecnologías de información y comunicación en la educación
se ha convertido en una de las prioridades gubernamentales en instituciones
públicas y privadas. Colombia ha mantenido desde hace más de una década esta
preocupación por el uso y apropiación tecnológica en sus habitantes e instituciones
a través de diversos programas.
En el ámbito educativo,
proyectos como Computadores para Educar, Programa Nacional de Innovación
educativa con Uso de TIC, Vive Digital, ¡A que te cojo ratón! entre otros, son
un esfuerzo por alcanzar las metas propuestas desde el Ministerio de Educación
Nacional (MEN) en los lineamientos en TIC contemplados en el Plan decenal de
Educación 2006-2016, en los que se
plantea la necesidad de replantear la manera como se diseñan y desarrollan los
procesos de formación inicial y permanente de los maestros y directivos con el
propósito de que sus prácticas centren su atención en el estudiante como sujeto
dinámico, en el estudio y reflexión de problemas educativos, además del empleo
pertinente de las TIC. Igualmente, este plan establece como meta que para el
2016, los educadores y directivos deben generar un aprendizaje significativo y
contextualizado mediante la interactividad, el trabajo colaborativo y la
flexibilidad (2006).
A pesar de que estos
proyectos llevan varios años desarrollándose, es necesario preguntarse hasta
qué punto al docente se le brinda una capacitación en Tecnologías de la
Información y la comunicación en el ámbito educativo, que integre los
componentes cognitivo-afectivo, didáctico y técnico-instrumental, contemplando
tanto el uso y alcance pedagógico de las TIC, como los aspectos culturales que
condicionan la actitud del maestro frente a las prácticas de enseñanza mediadas
tecnológicamente.
Gracias a investigaciones
desarrolladas por diversas universidades de Medellín, entre ellas la
Universidad Pontificia Bolivariana, se ha encontrado, según María Elena
Giraldo, coordinadora del grupo de investigación Educación en Ambientes
Virtuales de la UPB, que “la preocupación de la dotación va por un lado y la
preocupación por la formación de los docentes y los estudiantes va por otro, y
no se encuentran. Eso ha creado una brecha entre lo que es la modernización de
la I.E y lo que es efectivamente la apropiación de la comunidad académica”.
Frente a los cambios
incesantes que han traído el nuevo siglo, resulta urgente formar individuos
tecnológicamente competentes, ilustrados con la capacidad de desenvolverse
apropiadamente ante las situaciones problemáticas que genera la sociedad
moderna. Para enfrentar esta situación, los educadores no sólo deben contar con
un manejo estrictamente instrumental de las tecnologías integrables al aula,
sino que también deben incorporar dicho conocimiento a la práctica pedagógica,
vislumbrándose así una conciencia real sobre el alcance de la inclusión de las
TIC en el acto educativo. Sólo de esta manera es posible de alguna forma generar
un impacto positivo en la formación del estudiante.
Al tener en cuenta
la significativa presencia de las tecnologías y la conveniencia de convivir con
ellas, resulta necesaria la integración de éstas a la educación formal. No
obstante, esta integración presupone la intención de optimizar sus ventajas. Es
decir, la integración de las TIC en el aula requiere de un uso pertinente y
responsable dentro del quehacer pedagógico y para ello hace necesaria una
verdadera apropiación por parte del educador.
Sin embargo, las posiciones
reticentes de algunos maestros e instituciones educativas frente a las
mediaciones tecnológicas, crean espacios descontextualizados en relación con la
realidad del educando, y por lo tanto, con la evolución de los sistemas de
información y la multiplicidad de conocimientos a los que se tiene acceso
cotidiano fuera de la escuela.
Del mismo modo, posturas
irreflexivas podrían concederles a las TIC un protagonismo que no les
corresponde, además de generar detrimento de la responsabilidad del profesor y
la autonomía del alumno. Las nuevas tecnologías deben representar un apoyo
didáctico para el profesor en la transmisión de conceptos, procedimientos,
valores y actitudes, y específicamente en su papel mediador ante un planteamiento
del aprendizaje de corte constructivista.
Los cambios tecnológicos generan cambios
en la visión del mundo, en la cultura, en las formas de acceso al conocimiento,
en la interpretación de la realidad y, por lo tanto, en la concepción de
aprendizaje y de educación. Por ello, el docente se ve obligado a conocer las
bondades de las nuevas tecnologías con el propósito de implementarlas como
facilitador del pensamiento crítico, la autonomía, el diálogo multidireccional y
el constructivismo.
Una real conciencia de los pros y contras de la
educación multimedia permite que el alumno se convierta en protagonista de su
propio aprendizaje significativo en un clima de igualdad social en la clase
donde la comunicación educativa es, por consiguiente, multidireccional. Con el
fin de lograr esto, resulta necesario diseñar y aplicar un plan de formación
docente en nuevas tecnologías que trascienda el componente técnico-instrumental, contemplando tanto el uso y alcance
pedagógico de éstas en los procesos de enseñanza y aprendizaje, como los
aspectos culturales que condicionan la actitud del maestro frente a estos recursos.
Referentes:
Brüner, J. J. (2003). Educación E Internet: La Próxima
Revolución. Santiago de Chile: Fondo de Cultura
Económica.
Levis, D. (2008). Formación Docente en
TIC: ¿El huevo o la Gallina? Razón y Palabra, 13(63).
Ministerio
de Educación Nacional. (2006). Plan Decenal de Educación 2006-2016:
Lineamientos en TIC. Bogotá: MEN.
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